19 mar 2016

the city

[imagen vía: www.vormplatform.nl]

La tira gráfica de la evolución de la especie, aquella que empieza con un simio a cuatro patas y tras un par de brincos termina con un hombre llevando un maletín, aún resulta muy convincente. Y aunque ya sabemos que es una insensatez, que Sócrates erró, continua seduciendo.

Esa ideología que prometía que el orden final se impondría pasase lo que pasase, continúa siendo representada y teatralizada por gran parte de la arquitectura como si aquella aún no hubiese sido desmentida.

El vidrio, el vacío, lo extenso … todo evoca a nuestra laica tierra prometida.

Evidentemente sus habitantes no defraudan, gente veloz y emplasticada a la que les ha costado mucho esfuerzo conseguir el papel y que ahora no puede titubear.

La arquitectura de los 50 podía ofrecer cierta confianza, hoy por mucho que nos esforcemos en continuar creyendo sus promesas, en nuestro interior sabemos que sólo es una mala e interesada representación.

Confiemos y cuidemos, pues, de los escasos destellos de afecto que la frialdad del teatro aún es incapaz de helar.

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