12 nov 2021

El Origen

[Titulo ilustración: Video Call © Toma Vagner www.tomavagner.com]

Sócrates erró … en lugar de seguir la senda del devenir que Heráclito desbrozó, continuó por la del ser metafísico de Parménides, condenando así a Occidente a la fe. Y aunque reconozcamos esa equivocación nos angustia demasiado el despegarnos de dos mil quinientos años de pensamiento. Y así nos va … creyendo aún en la inmutabilidad de las cosas, en nuestros yoes eternos o en la trascendencia de las patrias. Pero la creencia más arraigada es la del origen y es que como especie, necesitamos inventar el porque de las cosas, de otra manera nos perderíamos en la inmensidad del caos.

El origen se nos presentaba como el recuerdo de un sentimiento oceánico donde todo formaba parte de la misma cosa, cuando en realidad era sólo ilusión. Pusimos muchísimo empeño en organizar el pasado, la aparición de las primeras excavaciones arqueológicas amparó la aspiración de la razón a encontrar su punto de partida. Tal aspiración era tan poderosa y atractiva que nos hizo creer que el arte clásico era un arte trascendente creado por ideas superiores a las nuestras al haber sido concebidas en un tiempo más cercano al originario y que por esa razón se justificaba por él mismo.

Y es que la razón creyó encontrar en el momento clásico su primera piedra fundamental. En Grecia se percibe un principio de abandono del mundo antiguo donde la narración era la de los mitos y toda arquitectura era simbólica. Las representaciones se vuelven antropomórficas y tanto los dioses como el mismo espíritu se convierten en hombres. Aquellas esculturas tenían vida para los clásicos, el espíritu estaba presente en ellas.

La tradición y la aspiración clásica ha perdurado hasta el presente más próximo. Pero hoy en día hemos alimentado una incerteza tal que dudamos si podemos continuar aspirando a construir un entorno ordenado. Y es que Sócrates erró, no hay sentido a descubrir, atrevámonos pues a producirlo constantemente y a vivir en la eventualidad.