[Fotograma de ‘El
manantial’ de King Vidor]
“… si cree que hay demasiadas figuras, puede reducir el número,
siempre y cuando las principales permanezcan (…) pero le está prohibido
introducir cualquier cosa de su propia invención …”
El texto de arriba pertenece a una
carta de la marquesa de Mantua (Isabella de Este) al pintor
renacentista Perugino (Petrus de Castro Plebis) en el 1503 con las indicaciones
para la ejecución del cuadro La lucha
entre el amor y la castidad.
Compartimos la creencia que cada
texto posee una estructura subyacente, llegando a decir más cosas que las que están
puramente escritas. Y no son otras que las estructuras desde donde opera el
poder, condicionando y guiando la verdad y el saber insertados en los
discursos.
Siendo poco rigurosos, diremos que
la carta esencialmente nos muestra el abismo que hay entre la percepción del
artista/artesano antiguo con la del artista moderno. La carta no deja de ser un
texto anodino. Nos muestra a alguien con suficiente dinero para encargar los
servicios de un artesano y a un artesano dispuesto a realizar el encargo tras
la aceptación de la minuta. Y es justo eso, la visión mercantilista y
profesional de la profesión de artista/artesano la que nos tiene fascinados.
Porque los antiguos artesanos, hacían exactamente lo mismo que los artistas
modernos pero con una relación con el trabajo completamente diferente.
¿Cómo los artesanos/artistas (entre ellos los
arquitectos) pasaron de trabajar para vivir a vivir pretenciosamente haciendo ARTE?
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