Siguiendo el razonamiento de aquellos que dicen que la satisfacción que sentimos por nuestro mundo (los afortunados que nos ha tocado vivir aquí) nos ha llevado a la destrucción de la voluntad de cambio, hay que aceptar el final de la historia como verdad.
Y si aceptamos que se ha terminado la historia tenemos que aceptar también que ha acabado la política ya que ésta tan sólo cobra sentido enmarcada dentro de la historia. Por lo tanto se generará un nuevo espacio público únicamente cuando vuelva a arrancar la historia. Si la acción es la negación a lo dado, a lo establecido, es cierto, ya nadie actuamos. Ahora sólo falta saber cuánto tiempo aguantaremos antes de hastiarnos viviendo en el eterno domingo en el que vivimos.
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