[Image: La Bête du Gévaudan, via: lawebdelacultura.com]
En algún momento el ser humano empezó a combinar las leyes evolutivas naturales con las sociales. Nuestras necesidades se multiplicaron y pasaron de ser exclusivamente medioambientales a incorporar las culturales. A partir de entonces necesitamos de los demás para poder significar y sobre todo poder sobrevivir.
Y fue el lenguaje (no los idiomas) el código que escogimos para poder interactuar con los demás. Con él apaciguamos nuestros instintos con mitos y narraciones y construimos un castillo racional común.
Lo que parece que estemos olvidando es que aunque pertenezcamos al grupo y aunque pensemos desde él, el grupo no tiene ningún derecho sobre nadie y ni yo ni nosotros sobre los otros.
No deberíamos olvidar que el único propietario de mi proyecto existencial soy yo. Responsabilidad.
Tanto ruido estúpido de naciones ofendidas lo único que conseguirá es despertar de nuevo a la bestia.
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