[imagen Tokyo modified by Urban]
Vivimos en una tradición filosófica que ha creído posible que la obtención de una verdad absoluta era posible. No hace tanto no nos diferenciábamos demasiado de esas culturas donde las leyes son dictadas y deben respeto a la gracia divina. Y a veces continuamos pensando que así puede llegar a ser, eso sí, intercambiado gracia divina por cosas rarísimas. Lo peor que podemos hacer es negar nuestra capacidad para inventar aquello en lo que queremos creer. Esta cualidad es la única que nos separa y al mismo tiempo nos une, en otras palabras, somos en la medida que participamos del espacio público, de la razón pública. No hay duda, la banalidad del mal consiste en repetir juicios externos.
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